30.8.05

Pareciera que todos los días es domingo (Morrissey)

Marchás penosamente sobre la arena húmeda
de vuelta al banco en donde te robaron la ropa:
es la ciudad costera que olvidaron cerrar
¡Que llegue el Día del Juicio, que venga de una vez!

Pareciera que todos los días es domingo.
Todos los días son silenciosos y grises.

Escondete en la rambla, escribí una postal:
“Cómo me gustaría estar en otra parte”,
en el balneario que olvidaron bombardear
¡Tiren la bomba atómica, tírenla de una vez!

Pareciera que todos los días es domingo.
Todos los días son silenciosos y grises.

Caminás de regreso sobre arena y guijarros,
y un polvo extraño invade tus manos y tu cara.

Pareciera que todos los días es domingo.
“Ganate una bandeja barata de recuerdo”.
Tomemos, vos y yo, un poco de té rancio.
Todos los días son silenciosos y grises.

28.8.05

La canción de los vestidos (Lisa Germano)

Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.
Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.

Me mirás, ¡ay!, tan frágil. Llevame a tu castillo.
¡Una se siente tan feliz ahí!

¡Es tanto más seguro tu castillo..!
El mío se perdió en algún lugar.

Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.
Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.

Me mirás, ¡ay!, tan frágil. Me hacés pensar en nada.
¡Una se siente tan feliz así!

Me mirás, ay, tan frágil. Tan lleno de deseo.
¡Estancias espaciosas, ventiladas!

Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.
¡Estancias espaciosas, ventiladas!

Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.
Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.

Me mirás, ¡ay!, tan frágil.
¡Estancias espaciosas, ventiladas!
¡Estancias espaciosas, ventiladas!

Llevame a tu castillo.
¡Una se siente tan feliz ahí!
¡Es tanto más seguro tu castillo..!
El mío se perdió en algún lugar.

Hacés que me den ganas de ponerme vestidos.

26.8.05

Ola de mutilación (The Pixies)

Dejo de resistir, y me despido;
me adentro en el océano en mi auto:
creerán que he muerto, pero estoy bogando
en una ola de mutilación.

Besé sirenas, cabalgué en El Niño,
con los crustáceos fatigué la arena,
y encontré mi camino a las Marianas,
en una ola de mutilación.

25.8.05

IMEPPW (Ezra Loomis Pound)

Vuestra alma
delicada por la costumbre de la saciedad,
Atthis.
Oh Atthis,
muero por vuestros labios
muero por vuestros pechos infantiles,
vos, la impaciente, la intocada.

Alba (Ezra Loomis Pound)

Fresca como las pálidas hojas húmedas
de los lirios del valle
al alba yace ella junto a mí.

Parte V, Stanza XXXVIII (Gertrude Stein)

Lo que quiero decir es esto:
no hay un comienzo para un fin
pero hay un comienzo y un fin
para el comienzo.
Bueno, sí por supuesto.
Cualquiera puede darse cuenta de que el norte por supuesto
no es solamente un norte sino el norte como norte
Por qué se preocupaban.
Lo que quiero decir es esto:
sí por supuesto.

TO KALON (Ezra Loomis Pound)

Hasta en mis sueños te me hacés negar
y sólo me mandás a tus mucamas.

24.8.05

Lo que el amor les hace a los poetas (2005)

no es trágico: es atroz. Les sobreviene
una luctuosa ruina a los poetas que el amor captura,
sin importar su orientación o identidad
poética. El amor lleva al total desastre
de la uniformidad a los poetas gay,
a los poetas pansexuales y bisiestos,
y a las poetas y poetrices feministas, fementidas o veraces;
a los obsesionados con el género
y a los degenerados por igual, y a los perversos polimorfos:
y hasta los fetichistas de los pies
del verso capitulan a las plantas del amor,
que no distingue ideología,
programa ni poética. A los vates de la torre de marfil
los precipita del penthouse ebúrneo
directo a planta baja. A los apóstoles
del Zeitgeist, que proclaman sin empacho que la lírica está muerta,
les permite insistir en el error
y en sus prolijas parrafadas. Les produce una hemorragia palatal
a los que comban parcos aforismos diagonales,
a los herméticos de lata, a los que envasan
sus versos al vacío, a los falsarios del silencio,
y a los que fraguan haikus castellanos
al itálico modo. A los puristas de la voz les corta en seco
su dulce lamentar, y a los maniáticos del ritmo
les quiebra las falanges, y estropea
el íntimo metrónomo que llevan junto al corazón
para marcar el paso de sus versos. Les compone el sensorio
a los videntes y malditos y demás
rebeldes e insurrectos sin razón ni causa
poética, y les cura el desarreglo razonado
de todos los sentidos. Desaloja de su noche oscura
a los que piden luz para el poema
en las cavernas del sentido, y los devuelve sin escalas
a la trasnoche de la carne literal. Lo que el amor
les hace a los poetas, con paciencia y mansedumbre,
mientras las mariposas lentamente les ulceran el estómago
y el páncreas poco a poco deja de funcionar,
es harto inconveniente. A los que buscan con ahínco
y precisión de cirujano la palabra justa les arruina
el pulso, y en lugar de dar la vida, la aniquilan en su afán.
Y a los que con ardor y devoción persiguen
un absoluto en el poema, como un grial
todo de luz, tirante, diáfana y febril,
les nubla las certezas, y el deseo mismo
de saciar su ansiedad. Lo que el amor
les hace a los poetas, inadvertidamente,
mientras cosen y cantan y se atoran de perdices, es agudo, terminal
y fulminante. Es un torrente arrollador
de prosa, que espolea y multiplica, en progresión exponencial,
a los zopencos y palurdos de la poesía:
a los que cortan sin razón sus versos diminutos;
a los jinetes compulsivos;
a los diseñadores tipográficos del verso;
a los que quiebran la sintaxis sin saber
torcerla; a los que escarban en el éter a la busca de inauditos neologismos inaudibles;
a los modernos sin pretexto; a los que creen descubrir
la pólvora en sus versos balbucientes;
a los contestatarios automáticos y a los porno-poetas;
a los que sueltan grandes nombres por la densa
fronda de sus poemas, como Hansel y Gretel arrojaban
migas; a los que impostan en su voz
vacante los mohines de una infancia lobotomizada;
a los poetas bellos y felices, caprichosos;
a las tribus urbanas y los groupies de la poesía pubescente;
a los poetas pop y los rockstars del verso; a los videopoetas y performers;
a los ovni-poetas, voladores o rastreros, identificados;
a los objetivistas sin objeto
ni vista; a los que exigen que el poema
se vista de mendigo; a los filósofos poetas;
y a los cultores convencidos
de la “prosa poética”. El amor,
que mueve el sol y a los demás poetas,
los lleva hasta el postrero paroxismo: los convierte
en tierra, en humo, en sombra, en polvo, etcétera:
en polvo enamorado.
Y si resulta todavía que entre ellos
se aman amorosos los poetas pares,
felices en su amor solar sin escansión,
como si fueran en verdad el uno para el otro
un agujero negro de opiniones nebulosas,
tácitas palmaditas en la espalda y comentarios al pasar,
enanos, enfriándose, se absorben entre sí
y desaparecen.

Cosas viejas (2002-2004)

JUEVES

Jueves. Un día de oro con la punta roma.

En canto vivo o paño duro, que la casa
estrecha entre los pectorales
abra una celosía al corazón.

Jueves. Un día de oro con la punta tonta.

Que el espolón del antebrazo marque
donde el pulgar quiso borrar.



MARTES

Martes. Navaja postergada.
Garganta parloteando sin catarro.

Cruje. Aviso de escoliosis.
Resuena la canción de la dispepsia.

Se hincha. Y pasa. Es miércoles:
seco, de puro calendario, el día.

No hubo coito, no, no hubo. El martes
es feliz, derrapado de cansancio.

Hubo coito que dice que no hubo.



VIERNES

El jueves separó, sí, la comida
con el ceceo de un cuchillo exacto.

Cierto. El almuerzo, atrás, el mediodía,
se entibian, dos sin hambre, diferidos.

Estas manos son hábiles, son torpes.
¿Qué es lo que pudo pasar al estómago?

Suena limpio: es cierto, y sosegado.
La epidermis recuerda aún la ducha.

Sí, son tibias, es así, sí que pudo.
Cubriera el asco algún placebo de la calma.



SÁBADO

Sábado es sábado, día de mella.

Tras la tarea cumplida florece
en grageas la planta del estómago.

Todo está hecho, sí, pero no evita
que el momento después haga su mengua.

Hay que medrar, parece. Sí que habría.

Con esa languidez floral, con ese
ardor del estar blando y detenido.

Todo está hecho, sí, bien que estaría.


MARTES
a Cleo, gato adorado, in memoriam.

Ya no habrá más el hueco tibio entre las sábanas:
que sea el paladar -ya no va a haber- el que se quede hueco.

El martes no debiera decir mucho.



DOMINGO

Domingo. Día de una abulia aséptica
que fuera por sí mismo recogiendo,
en terrones, con una sola mano.

Es tanta la desidia que parece
apilarse, anécdota en anécdota,
mojando el paladar con la garganta.

Hay que menguar, parece. Sí que habría.

Es elocuencia, sí. Puede sentirse
en el mentón un pasto milimétrico
medrando ascensional, a la mejilla.

Sube seco, el domingo: desfilando
a caballo, orgulloso en su insistencia,
mirándose feliz de tan incómodo.

Es elocuencia, sí. Sí que lo fuera.

Dispuesto en una pila de terrones
equivoca el azúcar por la piedra
y el agua almibarada por el barro.

Pasa, y se hincha. Es domingo, en tres copias:
mezclando tierra con azúcar y agua,
es elocuencia, sí, disuelta en ripio.



LUNES

Al lunes falta un lente de contacto
para ver bien o verse.

Al resto sobra nada. Queda el dejo
insulso de la barba en miniatura.

Habría que medrar y no se mengua
-el lunes se ve doble-;
habría que menguar y no se medra.

Es hora del trabajo. La sinapsis
quiere ver bien y verse.

Al resto falta poco. Sobra el nervio
que suba silencioso, si antes baja.

Corre con gusto, el lunes, con paciencia,
cambiándose tensión por insistencia.

Al lunes falta poco para verse.



MARTES

Y el cuerpo en el final se subordina,
pero no cesa. Es martes, sí, eso es un dato.
Así, no informa, ya: derrapa en negativo.
No es que no pueda verse al fin, es que no quiere.

Y el cuerpo al fin se determina a un centro.
Encuentra una conciencia exterior a los miembros.
Así, no esparce ya una piel difusa. Piensa.
No es que no quiera continuar, es que no puede.

Ni habría que menguar ni no se mengua.
Con furia que a otro lado apunta, el martes sigue
y encuentra a su silueta un poco timorata:
no es ganas de no ver, es no reconocerse.

El martes se revuelca en su aforismo.



JUEVES

A mitad de camino entre la célula y la idea
el jueves precipita su figura.

Habría que no ver pero se mira: el ojo ciego
es tubo, paladar, fisonomía: es cuenca laxa,
abrirse que se amolda en negativo en el espejo.

Mirándose hacia abajo hay un espejo de agua.
Mirando hacia adelante hay una placa de miembros.

A mitad de camino entre la piel y el paño vivo
el jueves precipita su resaca.

Habría que no oír pero se oye: un aforismo
se forma y se deshace en medio labio: es puro sueño,
una vivienda amplia, un horizonte muy delgado.

Un quicio celular, bien que sería un quicio.
Un paño el paladar, bien que sería un paño.

Simposio celular, tres veces jueves,
paladar a mitad de su camino en el vacío de la boca,
al jueves sobra un hueco para verse.


JUEVES

Sin que ya importe demasiado el modo
-si es clave de conciencia derramada en paño vivo,
al microscopio y múltiple, entrevista;
o es la forma de un centro que gobierne o mengüe-,
a mitad de camino entre el esquema y la materia
el jueves se figura su camino.

El codo estilográfico está quieto en su vía de gravilla;
se traban las falanges en su puesto, el pulgar.

Clavado en medio aire en piñón libre y movimiento a un lado
avanza liso, en sus patines de epidermis pura,
-a derrapar, a derrapar, se intuye el aforismo-,
el jueves no debiera pero dice.




MARTES
31 de diciembre.

Si un acontecimiento fuera un guante, este día dado vuelta
sería un guante dado vuelta.

Un saco amniótico que fue tejido del revés y luego abierto,
los miembros se dan vuelta, de adentro para adentro,
y van girándose hacia afuera como si fuera afuera.

Se mira ahí un metabolismo nuevo, divorciado del cuerpo.

Lejos, flameando en el mantel, la copa llena y el cubierto
ávido, puede hallarse, sí, al estómago
que guarda su dominio atrincherado en la vajilla.

No se entromete lo real, se trata de lo obsceno duplicado,
dispuesto su aforismo en negativo, en negativo.



LUNES

Si el lunes fuera un cuerpo dado vuelta,
sería un tubo dado vuelta, el lunes.

Sería paladar, fisonomía.

Mirándose hacia afuera y viendo adentro
hay una esponja de agua.

Es una fuente turbia, un filtro opaco, móvil.

Habría que mirar, y hay una mota
de polvo bajo un lente de contacto.



JUEVES

“Lleno de mí, sitiado en mi epidermis…”
- José Gorostiza, Muerte sin fin


Con el sabor del paladar impreso, y transportado
entre falange y vidrio,
se filtra un punto de agua, casi nada,
y cae de la boca, por la boca del vaso
hasta la orilla de la mesa.

Si fuera un vaso de agua la conciencia,
llena de sí, doblada en este jueves que congela
el líquido en el sólido,
y el agua en el pulgar, y el pulgar en el vidrio,
y el termómetro inquieto en su camino de membrana quieta,
sería, sí, una esponja el paladar,
un vaso hecho de caucho, recortado
para cubrir un plano, hecho una alfombra
plana para apoyar los pies que salen de la ducha.

De caucho el paladar, bien que sería caucho;
y tabla serigráfica, en la orilla
del vaso y sobre el dedo, sobreimpreso, el jueves.



VIERNES

A mitad de camino entre el talón y el parietal,
el viernes precipita su figura.

Un punto de agua, casi nada, cae,
del labio al pie y al caucho de la alfombra.

A derrapar, a derrapar, se escucha en otro lado.

Se escucha un aforismo, no se escucha.



DOMINGO

Domingo. Día de una abulia escéptica,
que fuera por sí mismo disponiendo
en unas pocas gotas.

Sin ganas de reconocerse, absorta
y diluida en una felpa hecha de goma blanda
-en vez de tierra y piedra-,
se escurre sin traspiés la vigilancia de los miembros.

Se ve una gota sola, no se mira.



MARTES
Sal., 1

Ahorcado del tobillo,
con la planta segura en los antípodas
de los cabales que otro bulbo rota en falso
el cuerpo se adelgaza haciendo un tubo solo,
haciendo un vientre fino de madera larga.

Es hora del trabajo. Como ocupa a la paja
que no es buena ni mala una ventisca demasiado débil,
y la agita en su sitio, el cráneo ausente
pendula irregular, su nervadura adelantando en otra parte;
y se hace un haz de nervio seco la conciencia agarrotada,
un haz de nervio múltiple, afilado, que se vuelve
del tallo a la raíz, de la raíz a la semilla y cesa
a mitad de camino,
porque no puede hacer su mella en otro suelo
si no es el que le dio el origen.

Es como un vaso de agua al lado de una fuente.

Es hora del trabajo: en otra parte,
igual que una corola sumergida en agua,
–el tallo alimentándose del medio equivocado–
un suelo vuelve a hacerse en el vaivén
de la columna vertebral que barre el polvo
debajo de la alfombra.



SÁBADO
This Extasie doth unperplex / (We said) and tells us what we love
- John Donne, “The Extasie”

Sesgadas hacia un lado para verse cada una al espejo
el tallo que les falta en su almohadón de vidrio y agua,
y unidas por un hilo que sutura el ojo al ojo
y el cáliz que les da descanso y flotación al que les da sustancia y forma,
una corola frente a otra, grávidas, se recuestan,
cada cual de la otra la mejor imagen
–casi como un pabilo frente a otro,
que al acercarse un mismo halo enhebren para hacer más alta lumbre­–;
y quedan suspendidas, dos veces pura copa
a una distancia conveniente,
como si a punto de salir se detuvieran para hacerse un gesto:

“Este paseo despabila
y dice qué quisiéramos querer;
llegamos a saber que éramos pura mezcla
y ahora que sabemos nos vuelven a mezclar:
lo que era escaso y pobre -color, tamaño y fuerza-
por un simple transplante se vuelve a duplicar.”



MIÉRCOLES

La casa es grande, el corazón encoge.

Y ya no queda nada por limpiar.

Cosas viejas (2003)

DOXA


Me quedé y me olvidé de que tenía que haberme quedado,
trabajando, quizás. Y abrí los ojos, grande,
hice una carpa con los codos y el encuentro de las manos.
Puse la cara encima. Esa película abrasiva,
el halo capilar que empieza a titilarme entre las palmas, eso
no puede ser mi gloria. No me glorío en nada
que avise cuando va a manifestarse;
o nunca me glorié, o nunca supe en qué gloriarme,
y cómo. Y estos ojos,
la piel de la nariz, el caracol de los oídos,
el breve vaso de agua de la conciencia, eso,
sólo lo puedo ver cuando me miro en el espejo,
o lo ven los demás sin que yo mire,
o me miro en los otros. Y está bien que así sea,
supongo. ¿Adónde está mi roca,
me pregunto, mi fuerza, mi peñasco, entonces?
Tiene que haber alguna cosa en mí que brille más
allá de mí, o vaya a hacerlo alguna vez, o lo haya hecho,
quizás sin darme cuenta yo. Y se me ocurre algo:
cuando era un embrión, cuando me hicieron,
la bola de epitelio que intentaba, ajena a mí,
actuar la simple forma que era yo, miraba toda para afuera,
un tubo dado vuelta, dado vuelta de nuevo,
con el estómago y el hígado indistintos, y los oídos y la boca:
la misma superficie, un guante solo,
única esponja-flor posada sobre el mismo, único, eje,
fisonomía pura en el abigarrado aire del vientre de mamá.
Debía haber un brillo ahí que se perdió cuando la cara ya formada
se tragó todo el resto, cuando por un pudor que no me dieron a elegir
–¿acaso el artificio le reclama al artífice: “¿por qué me hiciste así?”?–
un resto de esa gracia se ocultó en las sucesivas dimensiones desplegadas,
aquel aumento sordo de espesor y de entidad
que me permitiría ver el mundo como un mundo, luego.
Y ahora estoy pensando en esa parte que quedó indigesta,
y hay algo que me arrastra, una corriente subcutánea o algo
menos solemne acaso, al nombre que me dieron
para darme la fuerza. Taparon con un nombre
irreprochablemente israelita una mitad de mí.
¿Qué era lo que querían, que supiera
que si quería ser más parecido a lo que fuera a ser,
iba a tener que ser distinto de eso?
Mi gracia: un trabalenguas perfectamente hebreo.
¿Acaso se trataba de algo así como un Scrabble de la identidad,
pensaban que a su hijo le darían más puntos en la vida
por tantas zetas y esa cu y la doble ve?
Si había alguna cosa en mí que no era idéntica a sí misma,
¿no era mejor, acaso, hacer visibles las costuras?
Si a fin de cuentas la matriz que me engendró
jamás escuchó hablar, de chica, sobre el ghetto,
ni tuvo que saber qué cosa es el exilio en carne propia
hasta que, bueno, se exilió papá.
Si además, fueron ellos los que me criaron,
los de la parte árabe, del Líbano,
católica, o católica a su modo, que borraron de mi nombre.
Ellos también tenían a su hijo en el exilio:
acaso también él estableció su alianza en el desierto,
y lo llevaron como a Elías. Pero pagó la sangre,
porque era de otro pueblo. Y el sarcoma
le recubrió la espalda como un mapa.
¿Querían que yo fuera su Eliseo, que tomara
las dos terceras partes de su gracia?
Hasta les daba, a veces, por llamarme con su mismo apodo.
Fue demasiado para mí, un árabe imposible;
para un judío errado, un circunciso fraudulento,
que consagró su alianza en el quirófano
con el celoso dios de la fimosis
(me acuerdo lo que era, una campana henchida,
un girasol de agua si orinaba).
Fue demasiado para mí. Pensé que era mejor hacer
como con una herida que quisiera suturarse desde adentro
para dejar la cicatriz cubierta y proteger mejor
la piel. Se me rompió de todos modos. Engordé y se me rajó,
como una copa de cristal muy burdo. Se llenó de estrías,
una retícula delgada, discontinua, sobre el plano vertical
de las axilas a las nalgas, mezcla del diseño
de un árbol genealógico desnudo de su fronda
y el mapa del genoma. ¿A qué o a quién
había que culpar, a la genética, a la frágil epidermis de mamá,
o a aquella fuerza primigenia desatada,
esa dispepsia primordial que haría de la indigestión
la principal de mis pasiones? La respuesta
pugnaba por caer en saco ciego, disfrazada de un confiado
escepticismo sin objeto que, después,
demostraría ser una nesciencia temerosa, replegada
sobre su propia falta: ¿la eludía o solamente
la estaba difiriendo? No sabía que sabía. Y elegí aferrarme
a la intuición, un poco frívola y pueril,
de que mi centro geográfico, mi casa, no podían ser
el fuelle alveolar y el abanico delicado del espíritu.
Y ahora, que me quedo y que me olvido, que clavé
mi tienda con los codos y los brazos, y la cara sumergida
entre las palmas, como un cántaro que cae dado vuelta
y que se quiebra, sin saberlo, al lado de la fuente,
estoy cayendo en una edad en la que necesito
un sustituto digno para el alma:
para ponerme en marcha, y recordar
y recordarme. Un sucedáneo digno de un prosélito
forzoso. Y el asiento de mi amor,
la sede de mi juicio, debe ser, por ende,
ese baluarte hepático, la gloria polvorienta
de mis antepasados, los que no volvieron:
el saco ponderal, la piedra hueca,
la copa sucia en la que se mezclaron.




noviembre – diciembre de 2003.

Cosas viejas (1997)

REDONDANCIAS

Si el círculo tuviera alas
volaría en círculos.
Si fuera una entidad por sí mismo,
sería un ser viviente;
si fuera un ser viviente
no sería un pájaro :
los pájaros son demasiado
pájaros
como para permitir
la existencia de otro
pájaro;
entonces sería tan redundante
que sería un avión, para ser
un avión que vuela.
Entonces diría con voz de turbina,
rugiendo como un león
que quiso ser albatros :
¿De qué me sirve ser avión
si no soy de aluminio?
Entonces conseguiría un trabajo
en una aerolínea,
redactando circulares
que luego aparecerían en los diarios.
Querría mantenerse cerca del aire.
Pero luego leería a Equis
O a equis prima
O a equis prima prima;
y se interesaría por los silogismos.
Y al cabo de un tiempo, y algunas
páginas escritas, en las que diría
"Gracias a Dios, Dios no existe",
recordaría que es un círculo.
Se transformaría en un Catedrático
de la Redundancia,
y se dedicaría a reñir,
siempre por las mismas menudencias,
con otros círculos que siempre
siempre serían demasiado circulares.
Y entonces llegaría un tirano,
y haría con todos ellos
tapas para empanadas.

Cómo se dice (Samuel Beckett)

locura –
locura por –
por –
cómo se dice –
locura a causa de esto –
dado –
locura a causa de todo esto –
dado –
locura dado todo esto –
visto –
locura visto todo esto –
esto –
cómo se dice –
este esto –
este esto de acá –
todo este esto de acá –
locura dado todo esto –
visto –
locura visto todo este esto de acá –
por –
cómo se dice –
ver –
entrever –
ver entrever –
necesitar parecer entrever –
locura por necesitar parecer entrever –
qué –
cómo se dice –
y dónde –
locura por necesitar entrever qué dónde –
dónde –
cómo se dice –
allí –
allá –
por allá –
lejos –
lejos por allá –
apenas –
apenas lejos por allá qué –
locura por necesitar parecer entrever apenas lejos por allá qué –
qué –
cómo se dice –

cómo se dice

La acacia blanca en flor, versión segunda (William Carlos Williams)

Entre
las
verdes

viejas
lustrosas
rígidas

quebradas
ramas
ven

blanco
dulce
mayo

una
vez
más

Amanecer (Blaise Cendrars)

Bajé al amanecer a la sala de máquinas
Oí una última vez el hondo respirar de los pistones
Apoyado en la frágil barandilla de níquel sentí una última vez la sorda vibración de los motores penetrar en mí con el olor del aceite sobrecalentado y la tibieza del vapor
Nos tomamos un trago con el jefe de mecánicos hombre tranquilo y taciturno que tiene una sonrisa de niño y que jamás discute y yo
Mientras salía de su camarote el sol salió con naturalidad del mar y quemaba ya mucho
El cielo color malva no tenía ni una nube
Y mientras enfilábamos con rumbo a Santos nuestra estela describía un gran arco de círculo que refulgía sobre el mar inmóvil

Canto XLV (Ezra Loomis Poud)

Con usura ninguno tiene su hogar de piedra sólida
pulido cada bloque y bien dispuesto
de modo que el diseño pueda velarle el rostro
con usura
ninguno un Paraíso pintado en las paredes de su iglesia
harpes et luthes
ni sitio en que una virgen reciba su mensaje
y el halo se proyecte en la incisión,
con usura
ningún varón Gonzaga alcanza a ver sus concubinas y herederos
ningún cuadro se pinta para que dure y acompañe
sino para venderlo y vender pronto
con usura, pecado abominable
es vuestro pan cada vez más un trapo viejo
seco como el papel es vuestro pan
sin trigo montañés, ni harina firme
con usura, el trazo se hace grueso
con usura, no hay límites precisos
ninguno encuentra dónde asentar su morada.
Se aparta al tallador de piedra de su piedra
se aparta al tejedor de su telar
con usura
no llega lana hasta el mercado
no dan ganancia las ovejas con usura.
Usura es una peste, usura
mella la aguja entre los dedos de la joven
arruina la destreza del que hila. Pietro Lombardo
no surge por usura
Duccio no surge por usura
ni Pier della Francesca; un Zuan Bellin’ no surge por usura
ni fue pintada “La Calunnia”.
No surge por usura Angelico, no surge Ambrogio Praedis,
no se erige una iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No surge por usura St. Trophime
No surge por usura St. Hilaire,
la usura pone herrumbre en el cincel
herrumbra el artificio y el artífice
carcome cada hebra del telar
ninguna aprende a hilar con oro sus tramados;
el azur muestra un chancro por usura, el carmesí se deshilacha
no encuentra el esmeralda ningún Memling
la usura mata al vástago en el vientre
aplaca el galanteo del muchacho
trajo parálisis al lecho, yace
entre la joven novia y el esposo
contra naturam
Han infestado Eleusis con sus putas
cadáveres se aprestan al banquete
movidos por la usura.


(Con Alejandro Crotto)

¿Por qué los tontos se enamoran? (Frankie Lymon & The Teenagers)

¿Por qué los tontos se enamoran?
¿Por qué las aves cantan tan alegres,
y aguardan la alborada los amantes?
¿Por qué es que se enamoran?
¿Por qué cae la lluvia de lo alto?
¿Por qué los tontos se enamoran?
¿Por qué es que se enamoran?

El amor es un juego en que se pierde siempre,
el amor puede ser una vergüenza,
ya sé que que soy un tonto, ya lo ves,
que yo soy ese tonto.
Explíquenme por qué,
explíquenme por qué.

¿Por qué las aves cantan tan alegres,
y aguardan la alborada los amantes?
¿Por qué es que se enamoran?
¿Por qué cae la lluvia de lo alto?
¿Por qué los tontos se enamoran?
¿Por qué es que se enamoran?

¿Por qué mi corazón se saltea un compás?
Si sé que acabará por detenerse:
explíquenme por qué,
explíquenme por qué.
¿Por qué los tontos se enamoran?
Explíquenme por qué,
explíquenme por qué.

Blanco o negro (Michael Jackson)

[Michael]

Llevé a mi novia a un reventón el sábado:
- Fah, loco, ¿esa minita está con vos?
- Sí, somos como el culo y el calzón.

Y ahora sí que creo en los milagros,
porque esta noche presencié un milagro.

Pero si estás pensando en ser mi novia,
me chupa un huevo si sos negra o blanca.

Puse un clasificado en el Clarín:
quería que quedara bien en claro:
sacando a Dios, no tengo miedo a nadie.

Y hablé de la igualdad, tengo la posta,
tengás razón o estés equivocado.

Pero si estás pensando en ser mi novia,
me chupa un huevo si sos negra o blanca.

¡Estoy cansado de este asunto, che!
¡Estoy cansado de esta mierda, loco!

Cuando las papas queman, me la banco:
no tengo miedo de tu hermano, flaca,
y a tu cuñado no le tengo miedo:
yo no le tengo miedo a nadie, loca,
cuando se pone espeso, me la banco.

[RAP]

Sabés, la protección, para las bandas
los clubes, las banditas, los países,
que a los pibes les trae sufrimiento,
es una guerra por el territorio,
pero a escala mundial. ¿Qué me parece?
Yo quisiera escuchar a las dos partes:
la cosa no depende de la raza,
lo que importa es la gente y los lugares,
vos elegís tu gente y tu lugar:
yo que en mi vida vi cosas jodidas,
no me resigno a ser un colorcito.

[Michael]

No me digás que vos estás de acuerdo,
si te escuché que me tirabas mierda.

Pero si estás pensando en ser mi novia,
me chupa un huevo si sos negra o blanca.

Dije: si estás pensando en ser mi novia,
me chupa un huevo si sos negra o blanca.

Dije: si estás pensando en ser mi hermano,
me chupa un huevo si sos negro o blanco.

Es negro, es blanco, ¡qué jodido, loco!
Es blanco, es negro, ¡qué jodido, che!

23.8.05

imaginate si esto... (Samuel Beckett)

imaginate si esto
un día esto
un día de éstos
imaginate
si un día
un día de éstos esto
estallara
imaginate

21.8.05

Billie Jean (Michael Jackson)

Parecía, quizás, una modelo,
o una estrella de cine: yo le dije,
Está bien, pero ¿qué querés decir
con eso de que yo
soy tu príncipe azul, el elegido
para bailar con vos esta canción?
Dijo que se llamaba Billie Jean,
causando un gran revuelo,
y todas las miradas
se clavaron en ella,
con ojos que soñaban
con que los eligieran
para bailar con ella una canción.

La gente siempre me decía: ojo,
andate con cuidado
no vayas por ahí
rompiendo corazones.

Y mi mamá me aconsejaba siempre:
ojito a quién amás,
y ojo con lo que hacés,
que la mentira tiene patas cortas.

Billie Jean no es mi amante,
es una pobre chica
que anda diciendo por ahí que yo
soy su príncipe azul:
pero el bebé no es mío.

Cuarenta días y cuarenta noches
la ley estuvo firme de su lado,
¿y quién resistiría,
si lo llevara a juicio una mujer,
sus tácticas y planes,
sólo porque bailó
una canción con ella?
Así que, por favor,
acepten mi consejo, antes de actuar
piénsenselo dos veces:
piénsenlo bien dos veces.

Le dijo al pobre chico
que habíamos estado
bailando hasta las tres de la mañana
Y luego me miró,
y me mostró una foto;
él se puso a llorar, porque sus ojos
eran muy parecidos a los míos.

La gente siempre me decía: ojo,
andate con cuidado,
no vayas por ahí
rompiendo corazones.

Se paró junto a mí, y sentí el olor
dulzón de su perfume.
Todo pasó muy rápido
y me llevó a su cuarto.

Billie Jean no es mi amante,
es una pobre chica
que anda diciendo por ahí que yo
soy su príncipe azul:
pero el bebé no es mío.

20.8.05

Hamlet, 3, I

Ser o no ser, papá, la cosa es ésa:
¿qué te conviene más a vos, bancarte
piola las biabas del destino puto,
o hacerte el guapo si las papas queman
y defender lo tuyo? Morir: apoliyar;
nomás, y terminar, apoliyando,
con el dolor de huevos y la mufa
que nos viene en los genes: la verdad,
qué bueno que estaría. Morir, apoliyar;
a lo mejor soñar, ésa es la joda:
porque, guarda, pensemos en los sueños
que, a lo mejor, al estirar la pata,
nos vengan a joder: ése es el tema
que hace que todo mal dure cien años;
¿o quién se bancaría ser un viejo choto,
las injusticias del poder de turno,
que le haga cara de asco un engrupido,
que una mina lo deje, a los corruptos
de la corte suprema, hacer mil colas
por la jubilación, y que los chantas
se rían en la cara del honesto,
cuando podría terminar con todo
cortándose las venas? ¿Quién, acaso,
querría laburar de sol a sombra,
si no fuera por miedo a lo que viene
después que se te para el corazón,
esa tierra de nadie, que te atonta
las neuronas, y te hace andar diciendo:
“más vale malo conocido que
bueno por conocer”; y así, ya ves,
nos hace ser cagones pensar tanto:
cuando decías “no me para nadie”,
“salgo a romper la noche”, “ésta es la mía”
te ponés a pensar, te cagás en las patas
y te quedás en las gateras. ¡Shhhhh…!
Quedate piola, Ofelia, y cuando reces
no te olvidés de las macanas que hice.

Verg. Aen. II, 228-245

Y entonces se insinúa un nuevo horror
en las trémulas almas de los nuestros
y dicen que Laocoonte, por la ofensa
contra el sagrado roble, por lanzar
el asta criminal contra su flanco,
ha pagado su crimen con justicia.
Reclaman que la estatua sea llevada
dentro de la ciudad y que se ruegue
a la diosa, buscando su favor.
Abrimos una brecha en la muralla
y todos se disponen al trabajo:
van colocando ruedas deslizantes
debajo de las patas de la estatua;
sogas de estopa le atan en el cuello.
La máquina fatídica traspone
nuestros muros, preñada de soldados.
Alrededor, muchachos y doncellas
van entonando cánticos sagrados,
y gozan ayudando con la pértiga.
Ya sube y se desliza, amenazante,
dentro de la ciudad. ¡Oh patria, oh casa
de los dioses de Ilión, dardanios muros
famosos en la guerra! Cuatro veces
tuvo que detenerse ante el umbral
de nuestras mismas puertas; cuatro veces
resonaron las armas en su útero;
y aun así, seguimos adelante,
por el afán cegados, inconscientes,
y el infecundo monstruo colocamos
dentro de la sagrada ciudadela.

Hor. Carm. III.19

Del tiempo que separa a Ínaco de Codro,
que no temió la muerte por su patria,
de eso quieres hablar, y de la estirpe eácida,
y de las guerras bajo Ilión sagrada;

a cuánto compraríamos un buen vino de Quíos
y quién calentaría el agua al fuego;
en la casa de quién, y a qué hora del día
he de quitarme este pelignio frío,

acerca de eso, callas. Vamos, ofrece un brindis,
al novilunio y a la medianoche;
vamos, brinda, muchacho por el augur Murena:
según la voluntad, las copas mezclan

tres o nueve medidas. El vate estupefacto,
que ama a las musas porque son impares,
exigirá tres veces tres medidas; prohibe
ir más allá de tres, temiendo riñas

la Gracia, en compañía de desnudas hermanas.
A mí, me place enloquecer. ¿Por qué
la flauta berecintia detiene su soplido?
¿Y la siringa, por qué cuelga al lado

de la tácita lira? Detesto con pasión
a la mano ahorrativa: esparce rosas
que el envidioso Lyco oiga el furioso estrépito
y que lo escuche esa mujer que tiene

poco apropiada para un viejo como él.
A ti, por tu cabello refulgente,
Télefo, inmaculada estrella de la tarde,
idónea para ti te busca Rhode;

y a mí me abrasa, lento, el amor de Glycera.

340 (Emily Dickinson)

¿Es la Dicha un Abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?

Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los Zapatos –
porque en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo Par –

Mas la Dicha se vende una vez sola.
Perdida la Patente
nadie podrá comprarla nunca más –
Díganme, Pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la Señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!

Cascando (Samuel Beckett)

1

por qué no meramente perder toda esperanza en
la ocasión de hacer
derramamiento de palabras

acaso no es mejor abortar que ser estéril

después de que te vas las horas pesan como el plomo
comienzan siempre a rastras demasiado pronto
los garfios desgarrando ciegamente el lecho del deseo
exhumando los huesos los antiguos amores
cuencas alguna vez llenas con ojos iguales a los tuyos
siempre es mejor acaso demasiado pronto que jamás
el oscuro deseo salpicando sus rostros
diciendo una vez más nunca flotó lo amado nueve días
ni nueve meses
ni nueve vidas

2

diciendo una vez más
si vos no me enseñás no aprenderé
diciendo una vez más hay una última
incluso de las últimas veces
últimas veces de rogar
últimas veces de amar
de saber no saber aparentar
una última incluso de las últimas veces de decir
si no me amás a mí yo ya no seré amado
si no te amo a vos ya no amaré

el batir de palabras rancias una vez más dentro del corazón
amor amor amor el golpeteo de ese antiguo émbolo
prensando el inmutable
suero de las palabras

una vez más muerto de miedo
de no amar
de amar pero no a vos
de ser amado pero no por vos
de saber no saber aparentar
aparentar

yo y todos los otros que te amen
si te aman

3

a menos que te amen

Algunos árboles (John Ashbery)

Éstos son sorprendentes: cada uno
apareado a un vecino, como si el discurso
fuera una inmóvil representación.
Poniéndonos de acuerdo, por azar,

en encontrarnos hoy por la mañana, tan distantes
del mundo como en concordancia
con él, vos y yo
somos de repente lo que tratan los árboles

de decirnos que somos:
que su simple presencia
tiene un significado: que muy pronto
podremos tocar, amar, explicar.

Y dichosos de no haber inventado
semejante hermosura, vemos que nos rodean:
un silencio poblado ya de ruidos,
un lienzo del que emergen

un coro de sonrisas, una invernal mañana.
Bajo una luz desconcertante, en movimiento
nuestros días se visten de reticencia tal
que estos acentos parecieran defensa de sí mismos.

El punto tierno (Ted Hughes)

Tus sienes, donde el pelo se hacía más tupido
eran el punto tierno. Para probar, un día
solté una lima entre los electrodos
de una batería de doce voltios: hizo explosión
igual que una granada. Alguien te llenó de cables.
Alguien bajó la palanca. Te arrojaron
el rayo en la cabeza.
Con sus delantales blancos, con sus caras de nada,
iban revoloteando
para ver cómo estabas, atada en tus correas,
si tenías los dientes intactos todavía.
La mano en la palanca calibrada,
sin sensación alguna a no ser por la falta
de toda sensación, bajó para buscar
algún resabio sensitivo. El miedo
era la nube que formabas
cuando esperabas los relámpagos;
vi la rama de un roble partida por el rayo;
y vos, la pierna de tu Papi. ¿Cuántos ataques
sufriste de ese dios que te arrastraba
de los pelos? Los informes
huían de regreso a las nubes. ¿Qué era lo que subía
hecho vapor? Donde los pararrayos vertían lágrimas de cobre
y el nervio se arrancó su propia piel
como una criatura chamuscada
huyendo de la bomba. Te arrojaron,
hecha un pedazo rígido de alambre retorcido
sobre el tendido eléctrico de Boston. Las luces
del Senado bajaron su tensión
cuando tu voz se zambulló hacia adentro
abriéndose camino más allá del refugio del sótano.
Emergió años más tarde,
sobreexpuesta como una placa radiográfica,
el mapa del cerebro todavía salpicado de negro
con esas cicatrices de tierra calcinada,
producto de tu huida. Y tus palabras, caras
de espaldas a la luz, que se aferraban
a sus propias entrañas.

El poema (William Carlos Williams)

Todo está en
el sonido. Una canción.
Muy rara vez una canción. Debiera

de ser una canción – compuesta de
detalles, una avispa,
una genciana – cosas
inmediatas, abiertas

tijeras, de una dama
los ojos – despertando
centrífuga, centrípeta

Una suerte de canción (William Carlos Williams)

Que la serpiente aceche bajo
su matorral;
y la escritura,
que sea de palabras, parsimoniosas y agitadas, súbitas
al atacar, serenas en la espera,
desveladas.

– reconciliar por la metáfora
a las personas con las piedras.
Componer. (No hay ideas
más que en las cosas) ¡Inventar!
Saxífraga es mi flor, que parte
rocas.

Francesca (Ezra Loomis Pound)

Surgiste de la noche
y había flores en tus manos,
ahora surgirás de entre una confusión de gente,
de un tumulto de charla sobre vos.

Yo que te he visto entre las cosas primordiales
me enfurecí cuando escuché tu nombre
en sitios ordinarios.
Quisiera que las frescas olas fluyeran por mi mente,
y el mundo se secara como una hoja mustia
o como un diente de león para así ser barrido,
de modo que pudiera encontrarte de nuevo,
a solas.