17.1.07

Dulce muchacha mía (Guns N' Roses)

Dulce muchacha mía, tu sonrisa
me recuerda momentos de la infancia,
cuando todo era fresco, limpio, puro,
como el azur del cielo. Algunas veces,

cuando contemplo en éxtasis tu rostro
me siento transportado al paraíso;
pero si me demoro en tu semblante
se me inunda de lágrimas el iris.

Dulce muchacha mía, son tus ojos
del azul más azul del universo;
mas si lloviera en tu pupila triste,
ya no quisiera ver el sol de nuevo.

Y tu cabello es un lugar seguro,
donde cuando era niño me escondía,
y le rogaba a Dios por que la lluvia
y el trueno se alejaran de mi casa.

Dulce muchacha mía, ¿adónde vamos,
adónde hemos de ir, muchacha, dime?

10.1.07

Traductor invitado

MIRTA ROSENBERG Y DANIEL SAMOILOVICH TRADUCEN A LEWIS CARROLL


JABBERWOCKY


Asardecía y las pegájiles tovas
Giraban y scopaban en las humeturas;
Misébiles estaban las lorogolobas,
Superrugían las memes cerduras.

¡Con el Jabberwock, hijo mío, ten cuidado!
¡Sus fauces que destrozan, sus garras que apresan!
¡Cuidado con el ave Jubjub, hazte a un lado
Si vienen las frumiantes Roburlezas!

Empuñó decidido su espada vorpal,
Buscó largo tiempo al monxio enemigo -
Bajo el árbol Tamtam paró a descansar
Y allí permanecía pensativo

Y estaba hundido en sus ufosos pensamientos
Cuando el Jabberwock con los ojos en llamas
Resofló a través del bosque tulguiento:
¡Burbrujereando mientras se acercaba!

¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡A diestra y siniestra
La hoja vorpalina silbicortipartió!
El monxio fue muerto, con su cabeza en ristre
El joven galofante regresó."

¡Muchacho bradiante, mataste al Jabberwock!
¡Ven que te abrace! ¡Que día más fragoso!
Me regalas, hijo! !Kalay, kalay, kaló!"
Reiqueaba el viejo en su alborozo.

Asardecía y las pegájiles tovas
Giraban y scopaban en las humeturas;
Misébiles estaban las lorogolobas,
Superrugían las memes cerduras.

5.1.07

Uno de Eliseo Diego

COMIENZA UN LUNES



La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, el abolido.
Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro que amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.
La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Nombre y fecha tú grabas en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.