22.3.08

Golpeando la puerta del cielo (Bob Dylan)

Vieja, sacame esta placa
del pecho. Ya no me sirve.
Está oscuro, no veo nada.
Siento como si estuviese
golpeando la puerta del cielo.

Vieja, agarrá mis pistolas
y ponelas en el suelo.
Ya no puedo dispararlas.
Me envuelve una nube negra.
Siento como si estuviese
golpeando la puerta del cielo.

7.3.08

La especialista en babosas (Sharon Olds)

Cuando era especialista en babosas, apartaba
las hojas de la hiedra, en busca de esos cuerpos
traslúcidos, brillosos, de gelatina verde,
que subían reptando lentamente
a mi merced, por la pared de piedra.
Al estar hechas casi todas de agua,
morían al instante si les echaban sal,
pero eso no era lo que a mí me interesaba. Lo que a mí me gustaba
era correr las hojas de la hiedra, quedarme respirando
el olor de la pared, y esperar en silencio hasta que el bicho
se olvidara de mí, y sacara las antenas;
ver cómo esos cuernitos relucientes se alargaban
como si fueran telescopios, hasta que finalmente
los extremos sensitivos salían a la luz,
íntimos e infalibles. Unos años más tarde,
cuando vi por primera vez a un hombre desnudo,
me sorprendió observar cómo se repetía
el callado misterio, ver a esa criatura
parsimoniosa y elegante salir de su escondite
y brillar en el aire polvoriento,
deseosa y tan confiada
que una podría llorar.