19.4.08

449 (Emily Dickinson)

Morí por la Belleza - pero apenas
fui ubicada en mi Tumba
a Alguien que había muerto por la Verdad pusieron
en el Cuarto de al lado-

Me preguntó, amable, por qué había muerto
"Por la Belleza", dije -
"Y yo por la Verdad, las Dos son Una -
Somos Hermanos", dijo -

Y así, como Parientes que una Noche se conocen -
de un Cuarto al otro hablamos -
hasta que el Musgo nos llegó a los labios -
y cubrió nuestros nombres -

7.4.08

Sinfonía de la destrucción (Megadeth)

Vos agarrá a un tipo cualquiera
y dale un poco de poder:
mirá cómo se piensa que es un Dios,
y entra a cortar cabezas.

Como guió a las ratas por las calles
el flautista de Hammelin,
bailamos como marionetas
la sinfonía de la destrucción.

Más que un hombre, un robot,
su cerebro metálico se oxida
vos intentás tomarle el pulso,
antes de que le explote la cabeza.

Como guió a las ratas por las calles
el flautista de Hammelin,
bailamos como marionetas
la sinfonía de la destrucción.

La tierra se sacude, las potencias
mundiales se derrumban;
como si el cielo lo enviara, un hombre
pacífico se yergue con orgullo.

Como guió a las ratas por las calles
el flautista de Hammelin,
bailamos como marionetas
la sinfonía de la destrucción.

2.4.08

El poema que ocupó el lugar de una montaña (Wallace Stevens)

Ahí estaba, palabra por palabra,
el poema que ocupó el lugar de una montaña.

Respiraba su oxígeno,
incluso cuando el libro yacía dado vuelta, expuesto al polvo de la mesa.]

Le recordaba cómo había necesitado
un sitio para ir en su propia dirección.

Cómo había ordenado los pinos otra vez,
y cambiado las piedras de lugar, abriéndose camino hacia las nubes,

hasta encontrar la perspectiva justa,
donde estaría completo en una completud sin más explicación:

la piedra, exactamente, en la que su inexactitud
descubriría, al fin, el panorama al que se habían estado aproximando,]

donde podría apoyarse, y contemplando el mar,
reconocer su casa, única y solitaria.