27.9.12

El lamento de Eva (Amy Benoit)


Que todo es vanidad y perseguir
el viento lo supimos enseguida:
cada día veíamos reflejada
en el arroyo nuestra propia imagen,
y repetidas en el otro rostro
idénticas facciones; una brisa
nos refrescaba el cuerpo a la mañana
y por las noches nos brindaba abrigo.
El nuestro era el amor de dos hermanos,
salvo que en ese entonces no existía
lo que llaman familia: no teníamos
padres, y si teníamos, se habían
ido de viaje, en un fin de semana
eterno; de volver alguna vez
encontrarían todo igual que antes:
inmaculado el baño; los sillones
sin manchas; convenientemente ocultas 
las botellas vacías. El deseo
nunca llegaba a molestarnos, no
por su falta, sino porque deseábamos
aquello que teníamos. ¿Y vos,
por qué deseaste de repente otra
vanidad y otro viento? ¿Te aburría
la textura arenosa de la fruta,
la persistencia del conocimiento?
Que te fuiste, se sabe. Y se borró
detrás de vos la puerta que cruzaste.
Extrañabas el hambre. ¿Ahora comés
o elegiste ayunar? ¿Algo te abriga?
¿Alguien? Yo, si querés saber, aún vivo
en el deslumbramiento de esta zona
sin puertas: el jardín que me dejaste. 

24.9.12

Union Square Station (Robin Myers)


Después de tanto ardor  –tanto tratar
de encontrar las palabras y de tocar la carne,
la tibieza de ambas, o tan sólo
una manera de lidiar con sus efectos–,
después de tanto espacio que nos queda
cuando lo buscamos, sin importar si lo encontramos
o no, pienso, parada en la estación desierta
de subte, mientras un cellista solitario
munido de su arco hace que los armónicos
graves retumben por la cueva,
que debe ser deseo esto también:
dirigirse no al músico
(y sin nada de fuego), sino al tren: Sé lento,
sé lejano. Dejame que me quede
este zumbido visceral
en los pulmones. Obligame a esperar.
No vengas nunca.

20.9.12

Memoria (W. B. Yeats)


Una tenía una carita hermosa
y dos o tres tenían mucho encanto;
mas eran vanos estos atributos,
porque el pasto del monte guarda siempre
la forma de la liebre que se echa. 

17.9.12

Traductor invitado

ENRIQUE WINTER TRADUCE A PHILIP LARKIN

SEA ÉSTE EL VERSO


Te joden tu mamá con tu papá.
Quizá ellos no quieran, pero lo hacen.
Te llenan con defectos que tenían
y añaden otros, sólo para ti.

Pero a su vez también se los jodieron
giles de abrigo con sombrero antiguo,
que a medio tiempo eran tontos graves
y el resto, se agarraban del cogote.

El hombre trae la desgracia al hombre.
Se ahonda como el borde submarino.
Escapa lo más rápido que puedas
y que ni se te ocurra tener hijos.

13.9.12

Cover

YO PERSIGO UNA FORMA

After R.D. 

Yo persigo una forma que no encuentra mi abrazo:
es, más que mármol, cera –maleable aunque pringosa–,
que se derrite lenta al calor de la prosa
y deja tras de sí su evanescente trazo.

Para ceñirle el talle intento alzarle un brazo,
pero, no bien mis dedos lo aferran, se desbroza,
separado del torso, que se esfuma; y se posa
en mi nariz el vaho de un lamparón muy graso.

Al sostener la prótesis desprendida del tronco,
ya no me queda de ella más que el suspiro ronco
que emiten sus pulmones, cerrados por el asma;

como, al desvanecerse, aquel gato del cuento
dejaba su sonrisa suspendida en el viento,
me queda la nostalgia de su miembro fantasma.

10.9.12

Subterráneo (Robin Myers)


No se preocupen, no, no se preocupen,
no se preocupen, dice, las únicas palabras
que se distinguen en la confusión,
mientras que se pasea por la jaula
del vagón sin camisa, con los músculos
bien definidos, y proclama otras
cosas indescifrables, con la urgencia
de un martillero, errático y resuelto,
el torso recubierto de puñales y cruces
dibujados con tinta y ahora borroneados,
sacudiéndose al ritmo de un reloj
invisible o destruido. Damas y caballeros,
no se preocupen, por favor no se preocupen,
espeta. Lo que a mí me preocupa es el ruido
que sale del morral que tira ante sus pies,
y me tenso y me aprieto contra el que tengo al lado,
un amigo al que estaba intentando contárselo
todo. Después el orador se agacha,
abre con las dos manos el paño y se arrodilla
frente a los vidrios rotos, y los mira a los ojos
como se mira a un chico que llora y necesita
un abrazo o un reto. Damas y caballeros,
damas y caballeros, no se preocupen, dice,
y agarra un vidrio roto y se lo pasa por el brazo;
mira fijo hacia abajo, y no se inmuta
y no deja de hablar. No se preocupen.
No te preocupes, cirujano,
que preparás tus manos firmes;
vos tampoco, minero, que perforás la tierra.
No te preocupes, conductor del subte,
azafato de un mundo perforado,
cartógrafo desempleado
que vas hacia adelante todo el tiempo.
Todos los padres son fantasmas.
Todo contacto es un obstáculo.
Me doy vuelta. Mi amigo me toca la rodilla
y no me mira. Dos días atrás subimos
a un claro en lo más alto de una montaña, donde
nos abrazamos sudorosos y exultantes,
mientras el viento abría
todos los ruidos que nos circundaban
y arrojaba hacia el cielo los pedazos.
Gracias, dice ahora el hombre
que se abrió surcos en la piel, camino
a la estación de ómnibus.
Gracias, repite, gracias, y va dejando un hilo
de sangre tras sus pasos.
Y las puertas se cierran detrás de él.
En verdad, al bajar,
no nos tocamos nunca.

6.9.12

Huracán (William Carlos Williams)

El árbol se recostó
sobre el techo del garaje.
Luego se desperezó.
“Ahí está tu paraíso”,
dijo. “Ahora andá a buscarlo”.

3.9.12

Los humores (W. B. Yeats)

El tiempo entra en descomposición
como una vela que se apaga al viento,
así como los bosques y montañas
tienen su día, cada uno un día;
¿y cuál, entonces, en la desbandada
de los humores que del fuego nacen,
será el que ahora se ha desvanecido?